Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo
Vizcaíno o, simplemente, Juan Rulfo (Apulco,
Jalisco, 1917 - Ciudad de México, 1986), es el autor del relato corto que nos
disponemos a analizar esta vez: El hombre (1953). Juan Rulfo ha sido
siempre considerado uno de los literatos más importantes del llamado boom
latinoamericano (surgido en la literatura de estos países latinoamericanos
alrededor de la década de los 60). La transcendencia de su obra se debe principalmente
a un recopilatorio de relatos publicado en 1953 (y en que se encuentra El hombre): El llano en llamas, y a
la novela corta Pedro Páramo (1955).
Gran
conocedor de la literatura latinoamericana precedente y de los grandes autores
internacionales de esta disciplina, son reconocidos como sus principales
influencias los escritores existencialistas franceses J.P. Sartre y Albert
Camus, el teatro del absurdo de Samuel Beckett, y el movimiento surrealista,
(principalmente la obra de Dalí, Tanguy y Breton).
Su literatura está muy marcada por la
revolución mexicana, en medio de la que pasa los primeros 30 años de su vida,
el tema de la frontera México-EE.UU., la violencia mexicana y del mundo rural,
en general. La carga experiencial que guardan los textos de Rulfo es muy
elevada. Se aprecia en su lectura su sabiduría popular acerca de las historias
y cuentos de la tierra y pueblos mejicanos, que él adaptaría libremente, con un
carácter fantasmagórico y onírico muy propio de su obra.
Lo
más importante, quizá, en la literatura rulfiana es el protagonismo otorgado al
paisaje, a La Tierra. Se distinguen siempre en sus relatos dos planos en la
descripción: el terrenal y el personal. Imagen existencial del espacio,
descrito normalmente de un modo casi dantesco. En Rulfo es necesario conocer
los tres temas que siempre toca en sus obras: la novela indigenista, la novela
de la tierra y la novela de la revolución.
El hombre
es un relato corto inscrito dentro del libro recopilatorio El llano en llamas, publicado en 1953 y que guardaba 15 relatos del
mismo estilo y extensión similar (en 1970, con la publicación de una segunda
edición, se añaden dos relatos: El día
del derrumbe y La herencia de Matilde
Arcángel).
En El
hombre un hombre persigue a José Alcancía para matarlo. Alcancía es
perseguido por la masacre de la familia Urquidi, acto que ha cometido al asumir
la venganza del asesinato de su hermano. Es perseguido precisamente por el
asesino de su hermano, padre de la familia exterminada. José Alcancía cae, al
final, víctima de su perseguidor, en una emboscada frente a un río.
En
la parte final del relato se presenta la relación dada por un borreguero a una
persona identificada como “señor licenciado” en la que relata su encuentro con
el perseguido y cómo lo ayudó durante algunos días para descubrirlo
posteriormente muerto a la orilla del río.
El punto de vista en este relato se
bifurca en dos narradores, uno en la primera mitad y el otro en la segunda,
divididos estos dos segmentos del relato por una división formal (un doble
espaciado). Primero, el narrador es extradiegético y omnisciente, mostrando un
punto de vista objetivo sobre los personajes y el terreno, descrito de un modo
muy detallista:
"El
hombre caminó apoyándose en los callos de sus talones, raspando las piedras con
las uñas de sus pies, rasguñándose los brazos, deteniéndose en cada horizonte
para medir su fin (...)"
Esta
indeterminación en el punto de vista, que en la primera parte es de lo más
impreciso, sirve al autor para desorientar al lector que en el principio del
relato no puede comprender aun lo que sucede, quién lo narra, y quién es cada
personaje y donde está.
La
información, siempre justa en los relatos de Juan Rulfo, se racionaliza para ir
mostrando paso a paso la realidad final del cuento. Solo podemos comprenderlo
del todo al final, que se revelan las incognitas. Hablamos únicamente de la
trama y sucesos del relato, ya que este escrito esconde mucho subtexto por
medio de metáforas y demás recursos literarios seleccionados minuciosamente por
el de Jalisco, convirtiendo el cuento en un poema en prosa en ciertos puntos.
"El
cielo estaba tranquilo allá arriba, quieto, trasluciendo sus nubes entre la
silueta de los palos guajes, sin hojas. No era tiempo de hojas. Era ese tiempo
seco y roñoso de espinas y de espigas secas y silvestres".
En cuanto a la linealidad temporal del
relato, hay que saber que no sigue un orden cronológico. Los relatos de los dos
personajes, que suceden en momentos distintos, son narrados al mismo tiempo. Da
la impresión que el perseguidor sigue a José Alcancía a escasos metros, cuando
en realidad le lleva días de ventaja.
Esto lo sabemos por las inclusiones, en la primera mitad del relato, de los
pensamientos del perseguidor. Éste actúa casi como un detective, describiendo
los pasos y acciones de su víctima, y reflexionando sobre el futuro de ambos y
quien tiene la culpa.
Este
uso desordenado del tiempo y la polifonía de voces en la narración da una
sensación de angustia que cumple una función primordial en la cabeza del lector
para el tema y tratamiento que da a este relato tan oscuro.
Los temas tratados en el relato son la
violencia en la vida rural, la venganza, la tierra como contenedor activo de
los sucesos, las tradiciones y costumbres mejicanas. La violencia en la vida
rural mexicana es un tema que toca de muy cerca la vida de Juan Rulfo, y que
está fuertemente relacionado con las consecuencias de la revolución mexicana. El
asesinato y la venganza es tratado del modo más crudo posible; los dos
personajes la comprenden como necesaria y sin vuelta atrás, que las cosas se
hacen así y hay que pagar por los pecados cometidos. El costumbrismo mexicano y
las antiguas tradiciones muy arraigadas a la religión y la fé.
Definitivamente,
todo esto enmarcado dentro de un máximo rulfiano que es la descripción
existencialista de La Tierra como espacio dantesco y macabro al que estamos,
innegablemente, destinados a permanecer; la vida y la muerte son secundarios,
la tierra siempre va a ser el todo (la propia tierra pero también el
purgatorio).
La
novela de La Tierra de Juan Rulfo es un elemento muy característico y la cual
describe con detallismo que asombra, acercándose a prácticas casi
cinematográficas en cuanto a las distancias y tamaños que podríamos describir y
ver en los distintos planos de una película. Puede hablarnos de un enormísimo
llano árido visto desde las alturas o de cómo una gota de sudor cae al suelo y
forma un charco, levantando motas de polvo.
Esta
filosofía existencialista sobre el terreno físico y La Tierra se corresponde con
la manera de escribir de Juan Rulfo en la que deja en la ambiguedad el tiempo y
la oralidad, mostrando todo como un único momento y una única voz, una voz
plural.
Gracias me ayudo
ResponderEliminarme ayudo bastante
ResponderEliminar<3
Que horror eso no me ayudó en nada y a parte yo quería algo más breve y es sobre un hombre 🚹 cualquiera no del tal Juan rulfo
ResponderEliminar```Gracias crack```
ResponderEliminar