viernes, 20 de marzo de 2015

Qué difícil es ser un Dios (Aleksei German; 2013)


- DIRECCIÓN: Aleksei German
- GUION: Aleksei German, Sventlana Karmalita (Novela: Arkadiy Strugatskiy, Boris Strugatskiy)
- FOTOGRAFÍA: Vladimir Ilin, Yuri Klimenko
- REPARTO: Leonid YarmolnikAleksandr Ilyin Jr.Yuriy TsuriloYevgeni GerchakovAleksandr ChutkoOleg BotinDmitri VladimirovLaura LauriPyotr Merkuryev.

      Aleksei German, el cineasta ruso por excelencia en cuanto a la visión anárquica de su cine, autor de películas tan interesantes como Control en los caminos (1971) y Mi amigo Ivan Lapshin (1984); fallecía en febrero de 2013, con su próxima película aun por estrenarse. 

      Qué difícil es ser un Dios (Трудно быть богом) es la colosal pieza cinematográfica que ha dejado póstumamente Aleksei German, quien empezó a trabajar sobre ella a finales de los 90'. El rodaje empezó en el año 2000 y hasta 2013 no comenzó la post-producción. Sin haberse terminado el último periodo de trabajo en el filme, Aleksei German muere a los 74 años sin llegar a poder ver el montaje final de la obra maestra en la que trabajó más de 14 años.

      Tuve la suerte de ver esta película el pasado 12 de marzo en la Cineteca del Matadero de Madrid, en un pase único en las salas españolas a falta de confirmarse su estreno en nuestros cines. El evento ocurrió de la mano de los redactores de la revista Caiman Cuadernos de Cine, dentro de un espacio dedicado a "Los Imprescindibles de Caiman". En cuanto a la polémica con toda la mitología de la película y la muerte de su director, decía el crítico y redactor de la revista Javier H. Estrada (que presentó la película): "Se ha convertido en una de las grandes tragedias de la historia del cine".

Unos científicos son enviados al planeta Arkanar, donde la civilización se ha quedado estancada en lo más oscuro de la Edad Media. Es una tierra sucia y brutal, donde uno de los investigadores es tomado por el hijo ilegítimo de Dios. Estéticamente adombrosa, Trudno Byt' bogom es la épica adaptación de la novela de los hermanos Strugatski, rodada y montada a lo largo de más de una década.
(FILMAFFINITY)


      Hard to be a god es una película única. Algo que no se había llegado a hacer, ni de lejos. El ejercicio de ver el filme es un muy sufrido descenso a los infiernos más crudos que pudo vivir La Tierra en el medievo, enmarcado en la ciencia ficción más controvertida. 
      El detallismo extremo de la puesta en escena es asombroso, no paran de pasar cosas ni en un solo segundo. La angustia y la náusea que producen los claustrofóbicos escenarios de la película se contradicen con la sutileza y armoniosidad del lenguaje cinematográfico que maneja German, dándole matices de belleza a un relato en pro de la decadencia. 
    Quizá lo más que impresiona a simple vista es esa demencia de los habitantes de Arkanar, reducidos a seres impulsivos, desequilibrados, y totalmente analfabetos y carentes de sentimientos (o incluso moral). Las miradas puntuales al espectador por parte de estos seres primitivos (rara vez por los personajes terrícolas) complace a esta idea de sumergirse en la miseria y horror de este particular infierno; hacer partícipe al espectador hasta el punto de que quiera darse una ducha y volverse tan loco como lo hace el protagonista. 
      El ritmo visual que tiene Hard to be a god es algo que no deja a nadie indiferente. Las imágenes sobrecargadas, con elementos móviles, coreografías de personajes de lo más complejas, la incorporación del (pseudo) plano subjetivo, etc., hacen de esta película una apabullante obra plástica con una riqueza, por otro lado, de texturas y una composición de planos rigurosísima. Los planos, que duran minutos y minutos, se van deslizando entre la mugre y los desconcertados personajes, cambiando de tamaño y de composición, de un modo hipnótico a la par que incómodo.

      En la otra cara de la moneda, me es necesario puntualizar un factor negativo para la película, que se convierte en un infierno para el espectador.
Un lastre muy grande que pienso que tiene esta película es su larga duración (177 minutos) y la casi ausencia de trama. Se parte de una premisa y se mueve a lo largo de ella, mostrando la vida en este planeta y lo horroroso que resulta todo. Entiendo la idea de conducir a la incomodidad y el desagrado ante las imágenes de Hard to be a god, recreándose en la claustrofobia y lo escatológico, siendo cada vez más oscuro y lento, buscando esa catarsis del espectador. 
A mi parecer, disfruté bastante de la película, pero bien es cierto que un gran número de personas fue abandonando sus butacas progresivamente a lo largo de las tres horas que duró ese infierno que yo sufrí pero comprendí (a nivel fílmico), y ese infierno que fue para otros.
      Dicho esto, considero un valor objetivo que hay que tener en cuenta el que no avance a buen ritmo una trama. Es muy complicado que una película tan larga atrape y convenza al público, no obstante el riesgo es estimulante y placentero para el cineasta, y más tratándose de Aleksei German, quién hizo películas sin ningún tipo de escrúpulos, ni importarle opiniones del Estado, el público o la crítica. Por el lado del espectador, también puede resultar muy placentero y estimulante el encontrar una pieza de este calibre o con un tratamiento y un carácter tan particular y agresivo.



Dailos Cabrera Castro.

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